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ENTRE LINEAS

Santa Semana

Santa Semana

 

Estaba tan ricamente dormitando tras mi portátil en el despacho cuando, de repente, entró el Director Financiero de la empresa visiblemente azorado.

 

- ¡! Tienes que ayudarme ¡! – dijo casi sin aliento y sin reparar que no había dejado saludo alguno.

- ¡¡¿Cómo?!! ¡¿”Ayudar yo”?! – respondí levantando la cabeza del teclado visiblemente molesto por la interrupción de mi descanso - ¡ ¿Pero no ves qué estoy en una actividad muy delicada?!

- ¡!Venga, no me jodas¡!¡!Que como no lo solucionemos en las próximas veinticuatro horas, tu y yo nos vamos al paro…¡!

 

“¡! Al paro –pensé yo sin intentar disimular una sonrisa que se dibujaba en mi cara- ¡¿Y qué es lo qué intento hacer todos los días desde que estoy aquí…?¡!”

 

- ¡! Sí, al paro, pero al no “subsidiado” cabroncete ¡! –

 

El director de los “eurillos” parecía haberme leído el pensamiento. No obstante volví a intentarlo.

 

- ¿Pero no te has dado cuenta que mi neurona está fundida, al borde del colapso creativo? Tengo que reservarme para la Semana Santa, sino no podré colocar ni un solo escrito en “Entre Líneas” – Y se me iluminó la cara como si se me hubiese ocurrido la solución mágica- ¿Y por qué no se lo dices a Mireia ?(la otra abogada de la empresa)

- Déjate de “collonades” (en castellano sería algo así como “cojonadas”) que sabes que ayer dio a luz y no creo que hoy esté en condiciones… - le corté su argumentario presa del pánico al verme laboralmente acorralado.

- ¡!¿Cómo que no?¡! ¡!¿Y eso de la “Ley de Igualdad”?!¡ ¡!Pues bien empezamos si ya la incumplimos por la tontería esa de que ha parido!¡ ¡Que un parto no es una enfermedad, entérate!

 

Lo dije con tanta convicción que hasta yo mismo me lo estaba creyendo. Pero no llegué a calar en el corazón, que seguro estaba hecho del vil metal de las monedas de céntimo, del director financiero ya que, inmune a mis palabras había desplegado sobre mi impoluta mesa, una cantidad enorme de papeles con el inconfundible sello del papel del estado, ese que utilizan los notarios para las escrituras públicas. La dispersión de papeles en mi mesa y un rápido cálculo sobre los años de cotización a la Seguridad Social que me quedan para jubilarme, paro incluido, me convenció que el único camino posible que tenía en aquél momento era colaborar con el “enemigo”. Empezamos a las nueve y media de la mañana de un jueves veintinueve de marzo y acabamos, bueno, acabé doce horas mas tarde con un fuerte dolor de cabeza consecuencia de los golpes que mi neurona a buen seguro se estaría dando en la vacuidad interior del cerebro. Acabé exhausto y no era eso lo peor. Lo mucho peor es que, al día siguiente, treinta de marzo, viernes y final de trimestre -todos sabemos que el mundo se acaba invariablemente cada trimestre- tenían que estar todos los documentos perfectamente revisados para que no se planteasen problemas a la hora de firmarlos en la notaría. Y la operación planteada era enormemente compleja (para qué me voy a ir con falsas modestias) por lo que no os aburriré con más detalles. Después de cuatro horas en la notaría, cogerle diez gazapos en las escrituras al titular de la misma (con gran regocijo por las partes del director general de la compañía y por las mías propias) se firmó todo lo que había que firmar sin mayores contratiempos. Saliendo del despacho del fedatario semipúblico fui felicitado por el “amo” de las finanzas y por el “mandamás” de la Empresa, ignoro si por la virgería laboral realizada o asombrados porque no creían que la operación se pudiese realizar en tan pocas horas. No me quedó tiempo para sonreir y corresponder a las felicitaciones. Lo único que mi mente acertó a coordinar fue la respuesta a las palabras que, sonriendo, me largó el director financiero.

 

- ¡Si es que tú solo funcionas bajo presión! ¡Marchoso, más que marchoso!

- ¡¡ Hijo de p…!! (pppppppppppppiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii)

 

Ya en la calle me encontré con treinta euros en la acera, un billete de veinte y otro de diez doblados. Pensé, o hice algo parecido a eso, en mi buena suerte aunque aquella tarde, ni al día siguiente iría al gimnasio. Tampoco pintaban bien las cosas para la semana siguiente así que me iba a quedar sin escribir sobre “la morena de ojos negros” hasta que encontrase a la neurona que había perdido en aquella notaría.

4 comentarios

Para TERESA, todo el tiempo en sus manos -

Eso lo arreglo yo enseguida, alargando el tiempo. Es hora de saber si funciona mi pacto con el diablo...

TERESA -

si tu coje los findes que quieras ,pero pienso lo mismo...ya no servira eso de "no me da tiempo"...

Para Alba y Alvaro, puente sobre las aguas mansas de mayo -

¡¡¿En mayo?!! No sé si voy a ser capaz de resisitir tanto para cogerme un puente. Mejor me cojo los fines de semana de los próximos veinte años, todos seguiditos, y luego ya veré que hago. Ya sabéis lo que dicen "la luz de delante es la que alumbra" ;-)

Alba y Alvaro -

Esom tu hazlo bajo presion, que el puente de mayo te vas a enterar. pero hombrepordiossss, que con esos ejemplos de trabajos a marchas forzadas, cunde el ejemplo, y lueo no hay manera de colocar a nedie el "no me da tiempo".

besos apresurados desde el agua